Vista de la Catedral de Málaga. Fachada principal (la torre derecha aparece completa).
Catedral
«El Comité de Refugiados (…) acomodó un grupo numeroso en dicho lugar, no sin antes tapiar la mayoría de las capillas con el propósito de que los desperfectos fueran menores. Las familias, con las mantas, los enseres, se fueron acomodando, dando lugar a lo que la propaganda posterior llamaría «la mayor profanación que pudiera imaginarse… «podía ver que en cada rincón había una familia cocinando en una fogata, durmiendo sobre colchones, defecando en el Patio de los Naranjos…De noche, todas las luces permanecían encendidas y en el interior había como una niebla espesa. Veía gente que se sentaba en el púlpito y fumaba y charlaba como si estuviera en un club».
(Recuérdalo tu y recuérdalo a otros)
Duele la burla trágica en esos sillares de la Catedral malagueña, profanada por la horda comunista, invasora del solar español. He visto el mensaje infecto de las milicias rojas sobre los alteres sin imágenes; latas con restos de bazofia en las capillas; el suelo alfombrado de unidades de parásitos. (…)
Duele a Málaga el dominio rojo en los sillares augustos de su catedral, profanada, y esos sillares hablan…
(Antonio Olmedo. ABC, Sevilla 10-2-37)
El cronista de Ideal, diario granadino, da cuenta de la impresión que ofrecía el templo, una vez que los refugiados habían huido hacia Almería: «Ha servido de albergue a una legión de gente famélica que en el recinto satisfacían la totalidad de las necesidades de la vida. Hay basuras, mucha basura. Vi que había dos capillas y el coro tapiados. Una de ellas conserva un valioso retablo del siglo XVI; la otra es el camarín donde está el Sagrario. Consigo asomarme al borde de las tapias. En el coro se conserva toda la sillería, un piano, varios bancos y una imagen del Sagrado Cristo de Limpias, cubierta por el polvo…En el altar del retablo hay muchos cuadros de los que adornaban los muros de la Catedral. Y en el camarín del Sagrario una colección de lámparas y otros objetos de menos valor artístico. Nada más. El resto he podido saber que ha servido de combustible para templar los rigores del invierno malagueño..»
(Ideal, 10 de febrero de 1937)
La Capilla de los Caídos recibe este nombre como consecuencia del carácter que se concedió al recinto tras la Guerra Civil, al destinarse su bóveda al enterramiento de personas muertas en el conflicto. Para decorar el espacio, el escultor granadino José Navas Parejo diseñó (1945) un retablo (que se construye con algunas supresiones), de sencilla taza siguiendo el carácter neoescurialense de la época. La imaginería fue contratada con el escultor Francisco Pinto Berraquero.
(Guía Histórico-Artística de Málaga)