Imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo

Imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo

Cautivo

 

El pueblo aceptará y adoptará al Cautivo lo mismo que al Gordo de la Cerveza Victoria: porque carece de capacidad para producir sus propias imágenes (el cenachero, por ejemplo, es el caso contrario: un elemento popular tomado e idealizado para su consumo – y también adoptado por el pueblo (tras ese lavado idealizador).

Si resulta sorprende la magnitud del fervor popular de que es objeto la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo, dado que su existencia no se remonta más allá del año 1938, no es menos extraño que la mayoría de los seguidores de esta cofradía proceda o pertenezca a unas clases sociales que representan justamente los intereses opuestos al régimen político que se inauguraba en el momento en que el escultor granadino José Martín Simón presentaba en sociedad a este cautivo.

Sin embargo, no hay que olvidar el hecho de que, en paralelo al Cristo que, desde el constantinismo, está del lado del orden establecido y de los poderosos –que insisten en su origen, aunque sólo sea por parte de madre, («de muy buena familia») hay otro Jesús que , desde los primeros cristianos – enfrentados a o en convivencia hostil con el Estado romano- llega hasta hoy, permanentemente enarbolado por el pueblo en sus levantamientos, que opone su pobreza proletaria a la ostentación y el lujo de la Iglesia oficial y sus alianzas con el poder temporal. Cristo, como buen mito, se comporta como la concha del cangrejo ermitaño, dando cobijo a las más variadas aspiraciones y a los más encontrados sentimientos. Es en esta supervivencia y polivalencia donde se reconoce su condición de mito a un tiempo arraigado y en funcionamiento, esto es, de dios verdadero.