Cenachero

Cenachero. Colección del Excmo. Ayuntamiento de Málaga

Cenachero

 

Por lo que respecta a elementos permanentemente presentes en la sociedad y que, sin embargo, no dejan de permanecer al margen (al margen de los poderes políticos y económicos) –y por no hablar del eterno femenino y su doble cara de glorificación (la devoción mariana) como coartada para la marginación (su secular relegación) y hasta la satanización (iluminadas, brujas, etc)- , un caso paradigmático sería el de la fetichización folklórica de un inequívoco icono local: el cenachero.

 

La iconografía del cenachero se codificará a partir de un concurso literario y artístico que convocaron el Gobernador Civil y el Ayuntamiento en 1877, para premiar una obra a las glorias de Málaga y un cuadro que representase «un vendedor de boquerones en el acto de anunciar su mercancía por las calles».

Será a partir de este momento cuando la imagen del cenachero se identifique con la ciudad de Málaga.

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Pese a los matices realistas, con los que se quiere dotar a la obra, el cuadro sigue manteniendo una gran carga romántica. Los personajes no nos transmiten una situación social real, ni nos muestran marginación de esa clase social, sino que se afanan en conseguir una visión sumamente agradable.

Con esta iconografía se obtiene una imagen de Málaga, que va a ser la contrapartida a nivel local de la imagen romántica proyectada por España en el extranjero.

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Agrupadas técnicamente, interesa resaltar la serie de «Cenacheros». En primer lugar, porque fue una decisión del Ayuntamiento, conjunta conj la Escuela de Bellas Artes y la Diputación, de convocar un concurso para premiar a los alumnos aventajados en la clase de dibujo de la Escuela. El lema, sugerido por Ferrándiz, se debió pensar como proyección de un icono identificable con la ciudad en su tipismo y mensaje folklórico.

La decisión de la Corporación fue la de adquirir la obra premiada y las más votadas, que también se expusieron en la muestra que se le organizó a Alfonso XII cuando vino a Málaga en 1877.

El primer premio lo consiguió Leoncio Talavera, joven promesa, malograda por la tuberculosis, pensionado por la Diputación a París para que se formara en la pintura burguesa, comercial y festiva de Meissonier y Fortuny, para la que estaba tan dotado.

Este «cenachero», obra de juventud, es fiel reflejo de esta modalidad. El charrán malagueño, personaje social marginado, tal como puede verse en las versiones de Herrera y Velasco, Grarite o Nido, las obras premiadas y adquiridas, deja paso a la frágil figura del pilluelo, dulcificando el tipo social e incrustándolo en un urbanismo popular malagueño que igualmente se identifica con lo festivo y lo ligero.

(Patrimonio Artístico y Monumental. Ayuntamiento de Málaga)