Detención de partidarios del gobierno en Málaga el 8 de febrero de 1937. Foto: The Illustrated London News
Puerta del Mar
Ejército del Sur: Continuando la brillante operación sobre Málaga, a las 7 horas y 30 minutos del día de hoy atravesaron nuestras tropas el Guadalmedina, entrando en el corazón de Málaga y derrotando al enemigo, que intentaba defender la entrada de la población. Se le cogieron más de doscientos muertos.
Por el norte, en arrollador empuje, las columnas procedentes de Antequera y de Loja dominaban el barrio alto de la capital, venciendo la resistencia que el enemigo todavía ofrecía en algunos sectores (…). A las dos de la tarde, extinguidos todos los focos de resistencia, desfilaron las fuerzas por el centro de la ciudad entre delirantes ovaciones y frenéticos aplausos (…). El enemigo, derrotado, huía en dirección a Motril, perseguido de cerca por nuestros soldados.
(Parte de Guerra del Cuartel de Salamanca, 8 de febrero de 1937)
Málaga 13, 1 de la madrugada. (De nuestro redactor Gil Gómez.) A las tres de la tarde de ayer llegó a la ciudad, en avión, el general en jefe del Ejército del Sur, excelentísimo señor don Gonzalo Queipo de Llano.
El general se dirigió inmediatamente al Ayuntamiento, donde se celebró una recepción oficial. El público, al tener conocimiento de la llegada, se estacionó frente al edificio, y el general Queipo se vio precisado a salir al balcón y dirigir la palabra a los malagueños.
(…)
El general fue ovacionadísimo. Luego se dirigió a pie por el Parque, a la Alameda y calle del General Franco hacia la Comandancia Militar.
(ABC, Sevilla, 13 febrero 1937)
Con la detención de José Muñoz Puñaire, Francisco Millán López, Santa Calero y Redondo, se considera que han caído en poder de la Justicia los principales jefes del movimiento anarco-comunista en Málaga.
Millán fue encontrado en un cortijo, disfrazado de campesino. Este individuo pertenecía al Comité de Salñud Pública, que condenó a muerte a tantos millares de infelices.
Muñoz Puñaire escribió en las columnas de El Popular, durante estos siete meses rojos, envenenando con su prosa a los obreros y a las gentes sin control.
(ABC, Sevilla, 13 febrero 1937)
Finalmente, el día 8 de febrero, las victoriosas tropas nacionales entraban en una ciudad destruida. La consiguiente represión política llevada a cabo por las autoridades y algunas formaciones paramilitares fue de las más atroces que se conocieron durante toda la fratricida contienda. En consecuencia, miles de personas fueron encarceladas previos juicios sumarísimos, o incluso sin ese requisito formal, sin más razón que la justificación de que previamente los «rojos2 habían hecho lo propio con los «nacionales».
(Breve Historia de Málaga)
Concluyendo una maniobra militar apoyada, en todos los frentes y armas, por fuerzas italianas y alemanas, sobre todo en cuanto a abastecimientos, servicios de freparación e información,… el día 8 de febrero de 1937, el general Mario Roatta, Manzini, transmite a Franco un telegrama con el siguiente texto:
«Tropas a mis órdenes tienen el honor de entregar a V.E. la ciudad de Málaga».
En Málaga cundió el pánico, en parte por el miedo a quedar sitiados. Villalba no pudo infundir un espíritu de lucha a los hombres de Málaga, y su temperamento convencional no le permitía creer que una población civil pudiera combatir hasta la muerte. (…) Villalba ordenó la evacuación creyendo que había llegado el último momento. De hecho, los nacionalistas no cortaron la carretera de retirada. No deseaban enfrentarse con la lucha desesperada a la que, inevitablemente, se habría visto lanzada una ciudad sitiada.
(…)
A continuación tuvo lugar la represión más feroz ocurrida en España desde la caída de Badajoz. La desencadenó el recuerdo de los 2.500 muertos en Málaga bajo la República, de la destrucción de iglesias y el saqueo de casas particulares. En la ciudad quedaron miles de simpatizantes republicanos: algunos fueron fusilados inmediatamente, y el resto fueron encarcelados. Un testigo ocular afirmó que, en la primera semana después de la caída de la ciudad, mataron a 4.000 personas (…) uno de los fiscales de Málaga era un joven abogado, Arias Navarro, que había pasado seis meses en la cárcel, y que ahora inició una carrera que le llevaría a convertirse en presidente del gobierno de España en 1973.
(La guerra civil española)