Cruz de Torrijos. 1996
Torrijos
30 de noviembre de 1831, nueve de la noche. Gibraltar.
El general José María de Torrijos, militar destacado en la Guerra de la Independencia, exilado en Gibraltar, zarpa de este puerto al mando de los buques «Santo Domingo del Grao» y «Purísima Concepción» con destino a Málaga. Las embarcaciones van escoltadas por el guardacostas «Neptuno». Ésta escolta forma parte del plan de sabotaje de la operación, en realidad una truculenta trampa, urdida por el gobernador militar de Málaga, Vicente González Moreno, el Ministro de Gracia y Justicia de Fernando VII, Francisco Tadeo Calomarde, y el propio tirano.
Debido a la falta de libertades políticas (tras la anulación por real decreto de la Constitución en 1814 ), Gibraltar se había convertido en el más cercano y seguro refugio para los liberales españoles que tuvieron la suerte de poder exiliarse a tiempo. Desde allí planearon algunos intentos de golpes de Estado contra el sistema absolutista de Fernando VII. Uno de estos intentos de pronunciamiento fue el dirigido por José María de Torrijos en noviembre-diciembre de 1831. Partiendo desde Gibraltar acompañado de una cincuentena de liberales de romántico atrevimiento, pretendía llegar a Málaga con la intención de levantar a la población contra el régimen opresor. El proyecto fracasó al ser traicionado Torrijos y objeto de una emboscada dirigida por el gobernador de Málaga, González Moreno. Pocos días más tarde, cayó ante un pelotón de fusilamiento junto a sus compañeros de aventura en las arenas de la playa de San Andrés. En honor y memoria de estos valientes luchadores por la libertad, se levantó el obelisco de la plaza de la Merced, en cuya cripta reposan los restos de Torrijos y de sus compañeros de infortunio.
La Cruz de Torrijos ha sufrido un abandono inmemorial (excepcional es el homenaje que, también en una fecha excepcional de nuestra historia, 1931, le rinde la Aviación Republicana), ha sido testigo de la desaparición de la calle (de nombre Lebrija) en la que estaba, y del derribo de las míseras viviendas populares que la rodeaban (esto, es, del derribo y la ocultación del rostro menos amable de la gloriosa época industrial de Málaga), y ha protagonizado ella misma migraciones forzosas, y hasta un emparedamiento durante años, a la espera de los designios del destino, esto es, de los planes de reparto y rediseño de un espacio, una vez tierra de nadie, terrain vague, campo de martirio, barrio obrero, zona degradada de infravivienda y trapicheo, y ahora primera línea de playa y construcciones de lujo en nombre de la especulación inmobiliaria.