Tropas del cuartel de Levante. Foto: Castañeda. Archivo Temboury

Guerra de África

A título póstumo y por Real Orden de 3 de enero de 1925, le será concedida a Don Julio Benítez y Benítez la Cruz Laureada de San Fernando:

El comandante de Infantería D. Julio Benítez y Benítez, combatió en la posición de Igueriben desde el día17 al 21 de julio de 1921, en que se le ordenó por el Comandante General del Territorio el abandono de aquella posición. Durante los días de la defensa el comandante Benítez, jefe de la guarnición, no dejó un momento de alentar a aquella, recorriendo los distintos frentes del recinto, elevando el espíritu de su tropa y dándole un alto ejemplo de virtudes militares, que todos los declarantes reconocen, habiendo sido el alma de la defensa y siendo su figura, al decir del único oficial superviviente, admirada por su bizarría de todos los defensores, que desde el primer momento depositaron fe ciega en su jefe. Los ataques del enemigo a la posición de Igueriben no sufrieron ya interrupción un solo momento, y además, desde el día 18 fue hostilizada con dos piezas de artillería, que produjeron bajas en la tropa. El día 19 se intentó llevar un convoy, sin llegar a consentirse por la superioridad numérica del enemigo, no obstante haber intervenido casi todas las fuerzas disponibles de la circunscripción de Annual.

En dicho día 19 la guarnición de Igueriben había sufrido ya 40 bajas, producidas por el enemigo; entre los defensores había bastantes enfermos de síncope por falta de agua y principalmente por tener que sufrir los efectos de un sol abrasador, ya que toda la guarnición se hallaba en el parapeto para rechazar los continuos ataques del enemigo; a pesar de que las penalidades producidas por la sed y los efectos del sol fueron en aumento, la guarnición supo soportarlas con gran disciplina, por la confianza que le infundió su jefe. Agotados todos los recursos de la defensa, y ordenado por el Comandante General que se evacuara la posición de Igueriben, previa destrucción de todo cuanto pudiera aprovechar al enemigo, dicha evacuación se llevó a cabo ordenadamente por grupos mandados por oficiales, y el comandante Benítez la abandonó en el último grupo, siendo muerto entre la alambrada y el parapeto, así como la mayor parte de los que lucharon tan bravamente contra el numeroso enemigo que los envolvía. De la guarnición, que se elevaba a 300 hombres, únicamente se salvaron un oficial y cuatro soldados, que cayeron prisioneros, y otros varios, hasta el número de once, que lograron llegar a Annual, falleciendo por agotamiento físico algunos de ellos en esta última posición.

El monumento a Benítez y compañía se levanta, durante la dictadura de Primo de Rivera, como un recordatorio propagandístico, como una permanente arenga imperialista, a la entrada del puerto, por donde tenían que embarcar los reclutas destinados a una guerra tan impopular.

Las chovinistas ceremonias de encendido patriotismo con se despedía a los combatientes en el puerto tenían su contrapartida con el recibimiento de los muertos y heridos en el mismo lugar.

El 23 agosto 1923 tendrá lugar un motín de soldados que se niegan a embarcar hacia esa continua e inútil carnicería.

El monumento será utilizado, el 18 de julio de 1936, como parapeto por las tropas golpistas que, al mando del capitán Huelin cuando, se dirigían al edificio de la Aduana con intención de ocuparlo, en su enfrentamiento con obreros armados.

El monumento abandonará en …. tan señero lugar para refugiarse en una glorieta del Parque.

No es el monumento al comandante Benítez el único recordatorio de la dictadura de Primo de Rivera y de la guerra de Marruecos.

(Ver Aduana)